Al sur del desierto más seco de la tierra, donde las montañas y cerros se separan para dar paso al valle más extenso de lo que hoy conocemos como zona central de Chile se emplaza una tierra generosa, pues; bosques, animales, aves y la especie humana han encontrado lo necesario para vivir ahí. En este valle los tibios rayos de sol acarician el rostro gran parte del año; las lluvias que se concentran en pocos meses inundan y socaban los planos mientras que las brisas del amanecer que bajan de la montaña y las del crepúsculo que llegan empujadas por el soplido del mar refrescan hasta el alma del ser más insensible.
Es un territorio ubicado al fin del mundo y que muchos lo han señalado como un país olvidado por los dioses, un lugar donde los volcanes, glaciares y océanos devoran los valles y montañas. No obstante, han sido miles de años desde que distintos grupos humanos han habitado este lugar, sus huellas es la evidencia de su paso, culturas de distinto origen que han conformando mundos que, incluso, para los ojos más expertos de hoy son un misterio.
Para hacer un viaje que nos pueda mostrar cómo el ser humano ha transformado el paisaje de la zona central de Chile, especialmente Santiago, mediante su modo de habitar, hemos elegido el cerro Huelen o Santa Lucía, ya que, en cada uno de sus rincones se encuentran distintos mundos olvidados que sin duda nos podrán decir quienes fuimos, quienes somos y quizás quienes seremos.